FLASH

miércoles, 29 de febrero de 2012

EL VALLE DE LOS CIEGOS

EL VALLE DE LOS CIEGOS*

H.G. Wells adapto en uno de sus cuentos una antigua leyenda del Perú. Allí cuentan la historia de un grupo de sus antepasados que, hace 14 generaciones, se retiraron a un valle cerrado a una gran altura en los Andes, y allí vivieron por su cuenta, lejos del resto del mundo civilizado. Quizá por efecto de la altura, quizá por una enfermedad contagiosa, o quizá por ambos factores combinados, aquella gente fue perdiendo gradualmente la vista, hasta que todos los habitantes del valle quedaron ciegos.

Continuaron su vida tranquilamente, sin embargo, ya que al perder la vista desarrollaron mas los demás sentidos y se adaptaron a la situación, oían cuando alguien se acercaba, y reconocían a la persona por el sonido de sus pasos; podían incluso adivinar, antes de que el otro hablase, si estaba de buen o mal humor por el tono de su respiración y el latido de sus venas. Seguían el camino con el roce de sus pies, y fijaban la madurez de la cosecha por la fragancia de los campos.

Era un pueblo feliz. Ocurrió, sin embargo, que su tranquilidad se vio amenazada por un suceso inesperado. Un aventurero solitario se perdió por los Andes, llegó al Valle de los ciegos y, llevado por la necesidad de sobrevivir, estableció contacto con aquel pueblo. Pronto cayó en la cuenta el explorador de que él era el único con vista en la región, y decidió quedarse para ayudar con su vista a los que no la tenían y mejorar su género de vida. Imagino que el mismo llegaría a ser el jefe del grupo, ya que en tierra de ciegos el tuerto es rey.

El tenía dos ojos sanos y vista perfecta, y quiso comenzar a demostrarles las ventajas que eso tenía. Preparó pruebas, pero no resultaron. Les dijo que le rodearán en círculo, y el escaparía aprovechando con su vista cualquier hueco entre ellos; pero tenían un oído tan agudo que cerraban las filas en cuanto se acercaba, y no consiguió atravesar el cerco.

Le ganaban a correr en los campos, pues sus oídos adivinaban el camino antes que los pies del otro, y recogían los frutos de los árboles más rápidamente que él, ya que su tacto y olfato los guiaban a la fruta madura con mayor rapidez que su vista. De hecho, todo le salió al revés, y llegaron a considerarlo como un enfermo y le dijeron sin ambages que lo que él llamaba “vista “era un defecto que había impedido que sus sentidos se desarrollaran con normalidad. Eso le supo muy mal, pero no tuvo más remedio que callarse. Para ellos, él era un minusválido, y como a tal lo trataban.

Entretanto, nuestro explorador se había enamorado de una de las muchachas del pueblo. La chica era ciega, como todos, pero él pensó que, una vez casados, podría llevarla a un sitio civilizado, donde los médicos podrían devolverle la vista. Pero no todo salió como él esperaba. Cuando le declaro su amor a la muchacha y le propuso casarse, ella le contestó: “Yo también te amo a ti y quiero casarme contigo”. Sólo hay una dificultad.

He consultado a los ancianos del pueblo, que son los que rigen nuestra sociedad, como sabes, y ellos me han dicho que no hay ningún problema, salvo que, como tú sabes –y perdona que lo mencione, pero lo hago por el bien de los dos, y espero que me comprenderás--, tú tienes una enfermedad en los ojos que ha atrofiado tus sentidos; y a mi, desde luego, eso no me importa nada, pero ellos dicen que, si te casas conmigo, la enfermedad podría propagarse entre nuestra gente, y temen que todos queden infectados y pierdan la salud. Ahora, eso tiene remedio; y, ya que tú me quieres de verdad y te fías de mí, estoy segura de que no dudarás en aceptarlo. Hay cirujanos muy hábiles entre nosotros que pueden operarte de los ojos, y quedarías como una persona normal, y podríamos casarnos enseguida. La operación no es dolorosa, y el resultado está garantizado.

Entonces tú serás como uno de nosotros, te podrás desarrollar plenamente como un hombre sano, y nos casaremos y seremos felices. Están ya avisados para operarte mañana. Dime, por ti y por mi, ¿estás dispuesto? El explorador se pasa la noche pensando. Ha entendido perfectamente el alcance de las palabras de la chica. Quieren dejarlo ciego.

Quieren que sea un ser “normal”, y normal para ellos quiere decir ciego como son todos los demás. Llega a ver su punto de vista, ya que ha comprobado mil veces lo bien que funcionan, a pesar de carecer de vista, y además él está profundamente enamorado de la chica.

En la oscuridad de la noche, cuando vista y ceguera se confunden en una sombra común, él se prepara al sacrificio y acepta la prueba de su amor. Se someterá a la operación. Pero luego al amanecer, los primeros rayos de sol comienzan a jugar con las flores del valle y a pintar el lienzo secuestrado del valle encantado.

La belleza de sus cerros, sus prados, su río, sus árboles, despierta de repente con el encanto mágico de la naturaleza virgen al romper el día. El hombre mira a su alrededor, contempla despacio el milagro del vivo paisaje, intenta por un instante decir adiós a todo aquello…, pero no puede. No será ciego. Despierta por fin del letargo de su romance, encuentra esta vez en su desesperación fuerzas para burlar la vigilancia de los guardias y escapa, del valle cerrado, al mundo de vida y color que era suyo y debería serlo siempre.

La humanidad es ciega. No que los hombres no se las arreglen para vivir de alguna manera; sí que pueden andar a tientas por los caminos de la vida, sembrar sus cosechas y probar sus frutos. Pero son ciegos. Se les escapan la belleza y el color, el sentido de la vida y la fe en la eternidad, el azul del cielo y el verde de los campos, y las flores y las hojas y los pájaros y las nubes. Los hombres son ciegos y han adaptado a su ceguera su modo de vida. Sus pensamientos y su conducta, sus principios y sus valores, son de los ciegos. Valdrán para funcionar de alguna manera, pero quedan esencialmente limitados por la carencia de vista. No hay visión.

Y la tragedia empieza cuando, en esa sociedad ciega, un hombre abre los ojos y se atreve a ver. Al instante se convierte en una amenaza para la sociedad, porque ve lo que los demás no ven, habla de cosas que ellos no entienden, hace cosas que ellos no pueden imitar, es diferente, es extranjero, es un enfermo. Su vista es un defecto, y hay que extirpar el tumor. Hazte como uno de nosotros, y todo te irá bien. Podrás ver a una mujer como se debe ver, podrás respetar y te respetarán. Sólo tienes que pagar un pequeño precio, y eso es para tu bien.

Cambia desde adentro hacia fuera, aprende a desaprender, evita los malos hábitos y cultiva una generación de hábitos valederos, constructivos que cada día trabajes por ello, para ser diferente, que te lleven a dejar un gran legado, una gran huella, tan inmensa y tan visible que muchos seguirán ese camino. Rompe el sistema, que el inconsciente colectivo de una sociedad conformista, empiece a cambiar, porque tú has decidido hacerlo ya.

Peter Drucker, cita: “Toda crisis reiterada es síntoma de pereza y abandono” es cierto estamos condenados a repetir nuestros errores porque existen las cosas y las formas de hacer y no cambiar, hoy te invito amigo lector a pensar, a cavilar y entrar al mundo de los excelentes, de los que realmente desean cambiar y decir “ SOY EXTRAORDINARIO “.

El poder de emprender, no es una simple enseñanza a la búsqueda de oportunidades empresariales, es mirar más allá de lo tradicional, es entrar en el mundo de los que se proponen a conseguir metas y entender que para ser un gran empresario se deben establecer principios únicos como son los de organizar nuestras vidas en lo espiritual, amigos, deporte, estado físico, salud, negocios, familiar y laboral, de tal manera que por inconsciente colectivo nuestra formación nos llevara a dejar un gran legado en esos aspectos y por ende si tomas la decisión de emprender un negocio, sabrás como hacerlo.

*Tomado del libro AL ANDAR SE HACE CAMINO CARLOS G. VALLES, SJ. PAG. 58 – 64

El poder de emprender, Jimmy Daza; 2011.

No nos falta valor para emprender ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para emprenderlas.

JIMMY DAZA JIMENEZ

No hay comentarios: