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jueves, 3 de noviembre de 2011

VIVE EL PRESENTE

VIVE EL PRESENTE

Mi amigo abrió el cajón de la cómoda de su esposa y levantó un paquete envuelto en papel de seda. “Esto – dijo – no es un simple paquete, es lencería”. Tiró el papel que lo envolvía y observó la exquisita seda y el encaje. “Ella compró esto, la primera vez que fuimos a Nueva York, hace 8 ó 9 años. Nunca lo usó, lo estaba guardando para una ocasión especial. Bueno, creo que ésta es la ocasión”. Se acercó a la cama y colocó la prenda junto con las demás ropas que iba a llevar a la funeraria: Su esposa acababa de morir.

Volviéndose hacia mi, dijo: “No guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión. “Todavía estoy pensando en esas palabras y han cambiado mi vida. Ahora estoy leyendo más y limpiando menos. Me siento en la terraza y admiro la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín. Paso más tiempo con mi familia y menos tiempo en el trabajo. He comprendido que la vida debe ser un patrón de experiencias para disfrutar, no para sobrevivir. Ya no guardo nada. Uso mis copas de cristal todos los días. Me pongo mi saco nuevo para ir al supermercado si acaso así lo decido y me da la gana.

Ya no guardo mi mejor perfume para fiestas especiales, lo uso cada vez que me provoca hacerlo. Las frases. “algún día y uno de estos días” están desapareciendo de mi vocabulario. Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo, quiero verlo, escucharlo o hacerlo ahora. No estoy seguro de lo que habría hecho la esposa de mi amigo si hubiera sabido que no estaría aquí para el mañana que todos tomamos tan a la ligera. Creo que hubiera llamado a sus familiares y amigos cercanos. A lo mejor hubiera llamado a algunos antiguos amigos para disculparse y hacer los pases por posibles enojos del pasado.

Me gustaría pensar que hubiera ido a comer comida china: su favorita. Son esas pequeñas cosas dejadas sin hacer las que me harían enojar si supiera que mis horas están limitadas. Enojado porque dejé de ver a buenos amigos con quienes me iba a poner en contacto algún día. Enojado y triste porque no le dije a mis hermanos y a mis hijos con suficiente frecuencia cuanto los amo.

Ahora trato de no retardar, detener o guardar nada que agregaría risa y alegría a nuestras vidas. Y cada mañana me digo a mi mismo que este día es especial, cada día, cada hora, cada minuto, es lo mejor, en mi rutina no debe haber “uno de estos días”, y convertiré en hábitos de excelencia lo que me da buenos resultados, lo que en realidad me hace feliz día a día, piensa que ese “uno de estos días” está muy lejano o puede no llegar nunca.

JIMMY DAZA